Se dice que muchas vidas están ligadas a través del
tiempo, conectadas por un llamado ancestral que hace eco a través de
los años, aquí comienza la historia de David y Elena una pareja
enamorada durante toda su vida y el como una enfermedad, no pudo ni tan
siquiera olvidar sus sentimientos...
Madrid,15/02/1952
Aún
recuerdo como olía el asado que hacia mi madre los sábados a la hora de
comer, la mezcla de sabores de las verduras con la carne, pocos sábados
podíamos permitirnos este manjar, mi hermano y yo nos quemabamos la
lengua porque no podíamos esperarnos a que se enfriara, mi madre no
paraba de decirnos que no comiéramos, pero estaba tan delicioso que no
la escuchábamos, mi padre tan solo se reía y mi madre al ver que no le
hacíamos caso con mi padre riéndose, empezaba a reírse también, al
acabar de comer mi hermano Miguel y yo, nos íbamos al parque a jugar con
el balón, mientras estábamos jugando, mi hermano tiro el balón muy
lejos y me toco correr a por el, estuve dando vueltas como un loco para
encontrarlo, al cabo de unos pocos segundos, una niña de pelo castaño
claro y ojos turquesa como el zafiro, se puso delante mía, entre su
manos sostenía el balón, me dijo que si era mio, y yo, con una sonrisa
de tonto me quede viéndola, parecía como si el tiempo se parase unos
instantes para que pudiera observarla todo el tiempo que quisiera
, la chica, al no recibir respuesta, dejo el balón en el suelo y se puso a correr rumbo a los columpios con sus amigas, y mientras tanto yo, aún estaba encandilado ante tanta belleza, a los pocos instantes, apareció mi hermano y me "desperté" , continuamos jugando, pero yo no podía quitarme de la cabeza a aquella niña de ojos turquesa...
, la chica, al no recibir respuesta, dejo el balón en el suelo y se puso a correr rumbo a los columpios con sus amigas, y mientras tanto yo, aún estaba encandilado ante tanta belleza, a los pocos instantes, apareció mi hermano y me "desperté" , continuamos jugando, pero yo no podía quitarme de la cabeza a aquella niña de ojos turquesa...
Madrid, 22/02/1952
He vuelto al parque a la misma hora y la chica de ojos turquesa no ha aparecido, no me la puedo quitar de la cabeza.
Madrid, 24/02/1952
Salí
del colegio al mediodía, el sol había invadido las calles de Madrid,
todo el mundo estaba contento y yo no sabia la razón de aquello hasta
que me di cuenta, el circo de Trabat había venido a la ciudad, se
consideraba el mejor circo de la época, las entradas estaban agotadas,
mi familia no pudo conseguir ninguna, mientras estaba paseando por el
mercado con mi madre, entre la multitud vi a la chica con una señora de
vestido blanco, imaginé que era su madre, solté la mano de mi madre, me
perdí entre la multitud de la gente, mi objetivo era llegar hasta la
bella joven y decirle como se llamaba, entre codazos y patadas por fin
llegué a ponerme junto a ella, me presenté con cortesía y le pregunté su
nombre, con cara de asombro y un poco avergonzada- aún recuerdo sus
mejillas rojas como una manzana- me dijo que se llamaba Elena, la madre
de la chica la cogió de la mano y se fueron, mi sonrisa de tonto volvió
a invadir mi cara pero esta vez ni los gritos de mi madre pudieron
quitarme la felicidad que me invadía en ese momento.
Madrid, 28/02/1952
Hoy
es el gran día, el circo de Trabat abre sus carpas, es un gran
acontecimiento en la ciudad, todo el mundo que tenia una entrada estaba
entusiasmado, estaba en un banco sentado viendo como los padres le
compraba gominolas, nubes de azúcar y regalos a sus hijos, entre la
fiesta y el revuelo vi a Elena con un globo, parece que su familia si
pudo comprar entradas, Elena me reconoció de lejos y se acerco, me
preguntó si iba a ver el espectáculo, -no tengo entrada- le respondí,-
ven con nosotros, mi padre es amigo del jefe del circo, seguro que podrá
encontrarte asiento- me dijo y finalmente así fue.
Su
familia y yo, observamos el espectáculo con gran entusiasmo, era
maravilloso: elefantes, acróbatas, personas de miniatura, mientras
estábamos observando el escenario y entre el alboroto, Elena me agarró
la mano y yo cogí la suya, ninguno soltó la mano del otro, fue un día
inolvidable.
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